martes, 17 de abril de 2012

escuchame


Quiero que me escuches. 
Pero que me escuches de verdad, 
que, además de abrir tus orejas, despejes tus neuronas, 
las despiertes una por una, 
les des un cafecito (no muy fuerte) 
y hasta una cachetada a las que estén más distraídas. 


Quiero que me mires cuando te hablo, 
pero que me mires sin mirar a otro lado, 
que no fijes la mirada en un punto fijo, 
que te fijes en mí, pero bien fijado. 


Quiero que te relajes, 
que tu respiración baje hasta tus testículos, 
que cada músculo de tu cuerpo suspire. 
Y, otra vez, quiero que me escuches, 
que mis palabras ingresen a tu tubería y llenen cada espacio, 
que se instalen,  que hagan campamento. 


Quiero que las dejes un tiempo ahí 
y que recién después de convivir con ellas 
decidas si les querés dar una pieza o las querés echar.
Quiero tu silencio atento y tu piel depierta.


¿Listo? ¿Estás a punto?


A veces me hacés bien. Pero no todo el tiempo, así que dejá de creerte que estoy enamorada de vos.

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